La leyenda de Zelda

Cartucho original de The legend of Zelda (La leyenda de Zelda)
Cartucho original de The legend of Zelda (La leyenda de Zelda)

Mi primer contacto con La leyenda de Zelda fue hace mucho tiempo, tanto que las fechas se han olvidado. Llegó un amigo de la familia con un juego de nintendo en un ‘caset’ dorado.

Esto era muy inusual ya que la gran mayoría eran de color gris (excepto los piratas que se vendían en variedad de colores). “The Legend Of Zelda” decía la etiqueta con la imagen de una especie de escudo medieval, con una espada, un corazón, una llave y un león grabados.

Los orígenes

Apenas empezó el juego ya me había cautivado con su música, una cascada en el fondo. Pones nombre al personaje y listo sin más ceremonias ya estas jugando. Sin “cutscenes”, ni tutoriales. Para ver un resumen de la historia y algunos datos del juego tenías que quedarte en la pantalla de título unos instantes, el jugador decidía si quería ver esta información y tenia que hacerlo de forma deliberada. Lo normal es que te lanzaras al juego sin más, no había tiempo que perder.

Naturalmente tu curiosidad te conduce a una cueva donde un anciano te da una espada, a partir de ahí estás por tu cuenta. No te dicen a qué dirección ir o qué buscar no hacía falta el simple hecho de explorar y matar monstruos era suficiente para entretenerte un buen rato. Además de no tener ninguna especie de guía el juego es muy difícil, al principio tienes muy poca vida y es muy fácil morir.

Pero cuando por fin logras encontrar algo, una mazmorra, una tienda secreta, una mejora de salud era de lo más gratificante. El mundo se sentía inmenso y lleno de secretos y aventuras.

Consolidación como una de las sagas mas influyentes

No es de extrañar que haya sido un éxito y un juego de culto en estas fechas. La leyenda de Zelda se convirtió pues en toda una franquicia con muchas secuelas, ‘spin-off’, historietas e incluso una serie animada.  

Ocupa un lugar importante en el corazón ‘gamer’ de muchos de nosotros. No es que haya creado un género pero es común escuchar el término “zelda-like” para referirse a juegos inspirados en este.

Personalmente no he jugado todos los juegos de la saga pero he jugado y disfrutado bastante los suficientes como para considerarme un “fan”. Y aunque son juegos muy buenos, algunos considerados obras maestras y clásicos de siempre, nunca lograron crear esa misma experiencia que el juego original. Me refiero a esa sensación de peligro constante, de sentirse (y estar) completamente perdido, de usar tus recursos sabiamente, de planificar una estrategia después de varios intentos fallidos. Esto se fue diluyendo con el paso de cada secuela (o precuela, o secuela de precuela) los juegos son cada vez más guiados. Incluso algunos notaron cierta tendencia en aumentar el tiempo del “nivel tutorial” es decir todo lo que tienes que hacer antes de que empiece el juego de verdad.

Salto al mundo tridimensional

Después de jugar (y nunca terminar, hasta la fecha) el original The Legend Of Zelda mi siguiente juego fue “The Legend Of Zelda: Ocarina of Time” lanzado en 1998 vaya un año. Como disfrute de este juego pero lo cierto es que sin la ayuda de guías nunca lo hubiera pasado. Aun entonces conservaba cierto esencia del juego original: soltar al jugador de la mano y dejarlo escribir su propia aventura. Con el paso de los títulos, Wind Waker, Twilight Princess y sobre todo Skyward Sword era claro que el rumbo se estaba perdiendo que había que replantearse la estrategia y tomar un curso diferente.

Breath of the Wild

Además de toda la controversia y drama propio de la gente y su necedad de comparar las cosas y estimar de manera precisa e incuestionable cual juego es mejor que otro. Lo cual en mi opinión es imposible y aunque lo fuera es irrelevante. Breath of the Wild rápidamente tomó su lugar como uno de los mejores juegos de ese año y uno de los mejores de la franquicia. Esto debido a que tuvo el atrevimiento de reinventar la fórmula, a tomar una perspectiva diseño de juegos mucho más moderno (que irónicamente toma mucho de los juegos viejos).

El juego es muy bueno, llega a ser espectacular en algunos aspectos, incluso por momentos logra al menos recordar esa experiencia del juego original.  Pero otros se quedan a la mitad o simplemente no cumplen.

Uno de ellos que prácticamente es consenso por todos los fans es la durabilidad de las armas. Se entiende que era lo que querían lograr pero en la práctica no se siente bien, simplemente no es divertido.

Otro de ellos y bastante más grave ya que es algo central en la experiencia son los templos o santuarios, una vez más se entiende cuál fue la intención. Al ser un mundo gigantesco necesitaban muchos de ellos y por tanto no podían ser muy grandes. Pero una vez más en la práctica quedan debiendo.

Deja la sensación o al menos en mi caso de que el juego  o mejor dicho algunas partes de él ya que la parte de exploración es excelsa se quedaron a medio camino. Probablemente por que la mayoría de recursos fue invertido precisamente en la parte de la exploración.

Un nuevo horizonte para La leyenda de Zelda

Pero qué pasaría si hubiera forma de corregir estos errores e implementar nuevas mecánicas encima de lo que ya se ha logrado, una historia más profunda. Mazmorras y jefes con su propia temática y personalidad. Y por eso es que muchos estamos muy emocionados por la reciente noticia:

Mucho se especula al respecto de este mínimo pedazo de información pero es suficiente para echar a volar la imaginación, ¿será Ganondorf? ¿podremos viajar a otras dimensiones o a otras épocas como en entregas anteriores?

A muchos inmediatamente les recuerda a las entregas más “oscuras” de la saga como Twilight Princess y por su puesto Majora’s Mask. Ya que al igual que esta secuela (al parecer) usó el mismo motor, assets y mecánicas del juego anterior pero añadiendo cosas nuevas como transformaciones con el uso de máscaras y el ciclo de tres días que tenías para salvar las tierras de Termina.

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